Los Andes

El ‘43, la precuela del peronismo y del antiperonismo

Fabien Bosoer

En 1943 los argentinos también deberíamos haber votado para elegir presidente. Esa elección se habría dirimido entre un candidato conservador y otro radical, al frente de una coalición con socialistas, demo-progresistas y comunistas. Era lo que correspondía según la Constitución nacional, la que ya, de todos modos, había sido pisoteada e ignorada por demás. Pero no pudo ser.

Porque el 4 de junio de ese año, un grupo de coroneles complotados, agrupados en una logia secreta, el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), entre los que se destacaba la figura de Juan Domingo Perón, con apoyo de grupos civiles, torció el rumbo de la historia derrocando al entonces presidente, el conservador Ramón Castillo. Se instalaron en el poder e implantaron una dictadura. Como ya había ocurrido en 1930 y como volvería a suceder en 1955, 1962, 1966 y 1976.

El 4 de junio del ‘43 es recordado a través de diferentes prismas como una bisagra en la historia argentina del siglo XX. Nadie duda de que se trató de un golpe de Estado, militar o cívico-militar; unos lo llamaron “revolución”, otros “contrarrevolución”.

En su libro 1943, María Sáenz Quesada lo califica como “el fin de la Argentina liberal”; para otros se trató del fin de la llamada “década infame”. Todas estas lecturas tienen asidero y atraen, a 80 años vista, un renovado interés. “Entonces se desmoronó una clase gobernante y perdió validez el sistema político vigente, víctima de sus propias lacras”, describe.

Hasta entonces, la discusión y las disputas políticas se libraban entre conservadores, radicales, liberales, socialistas y comunistas. A partir de entonces, la nueva grieta era entre “vieja” y “nueva” política. Pero dentro de esa “nueva política” había gran confusión de líneas ideológicas y respuestas reaccionarias revestidas de novedad. Un nuevo libro, Un golpe decisivo. La dictadura de 1943 y el lugar de Juan D. Perón (Edhasa), de Miranda Lida e Ignacio López, analiza el decisivo y duradero impacto que tuvo aquel proceso en la política, la sociedad, las instituciones y la economía de la época.

Honorio versus Robustiano

La crisis de la dirigencia política tradicional se veía agravada por la vacancia de liderazgos: el año anterior habían muerto Marcelo T. de Alvear, Roberto Ortíz y el general Agustín Justo, las tres figuras que venían ocupando la primera línea en el escenario político. En el verano del ‘43, Honorio Pueyrredón fue considerado como candidato a presidente por la Unión Democrática, frente electoral integrado por el radicalismo, el socialismo, la democracia progresista y el comunismo, para enfrentar a la fórmula del gobierno conservador, integrada por el senador Robustiano Patrón Costas y el ex gobernador de Santa Fe Manuel de Iriondo, por el Partido Demócrata Nacional.

La candidatura de Pueyrredón era apoyada por las dos ramas internas en las que se dividía el partido radical, los unionistas que destacaban su apoyo a las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra mundial y los intransigentes, que seguían el legado yrigoyenista, y se mencionaba al líder socialista Nicolás Repetto o al democrata-progresista Luciano Molinas como sus candidatos a vicepresidente. Pero el golpe de Estado interrumpió el proceso electoral. Había un nuevo partido predominante en la Argentina: el partido militar. Y fueron presidentes sucesivos, en el lapso de tres años, los generales Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro J. Farrell designados por las Fuerzas Armadas.

La revolución del 4 de junio de 1943 exhibió, en un principio, una declarada tendencia nacionalista y autoritaria en la cual “la cuestión social” aparecía asociada a la amenaza de la revolución social. En su primera proclama exaltaba la intervención de las Fuerzas Armadas en nombre de “los sagrados intereses de la Patria”, pues “… se han defraudado las esperanzas de los argentinos, adoptando como sistema la venalidad, el fraude, el peculado y la corrupción…”.

De inmediato el nuevo elenco gobernante –con neto predominio del Ejército y la Marina- se vio enfrascado en luchas internas que provocaron sucesivos desplazamientos en la conducción del poder político. El curso de la guerra mundial incidía fuertemente en las disputas domésticas.

El heterogéneo grupo comprendía desde admiradores del fascismo europeo hasta aquellos que rescataban las banderas populares del radicalismo yrigoyenista y el sindicalismo. Desde el punto de vista ideológico los unían dos enemigos -el liberalismo y el comunismo- y la creencia en que una dictadura podría dar algunas soluciones para los problemas del país, o al menos remover los principales obstáculos representados por el régimen conservador oligárquico. Pero unos querían ir para un lado y otros, para el otro. Entre unos y otros se abrió camino el coronel Perón, que se convertiría en el hombre fuerte de esa dictadura y desde allí, como secretario de Trabajo y Previsión, ministro de Guerra y vicepresidente, proyectará su liderazgo.

Los tres orígenes del peronismo

Por eso habrá un peronismo que referencia su origen en aquel 4 de junio del ‘43, otro en la movilización popular del 17 de octubre del ‘45, y otro en el 24 de febrero del ‘46, cuando Perón es elegido por el voto popular. De tal modo que la nueva matriz de la política argentina se fraguaría en esos tres años. Para dejarlo en claro, tras triunfar en las urnas, Perón elige asumir la presidencia... el 4 de junio del ‘46. La reivindicación del ‘43, aquella fecha pre-natal del peronismo, sin repudiar su contenido autoritario revela sus problemas con la tradición democrática, en todos sus matices.

Similares problemas, dicho sea de paso, que tuvo el antiperonismo, primo hermano político de aquel coronel con el que compartieron caminos iniciales hasta que se atrevió a tejer la alianza entre el Ejército y los sindicatos y le dio cabida a un nuevo actor social, las masas obreras, para colocarse al frente del nuevo movimiento político que llevará su nombre. Una historia -y una tensión- que terminó de zanjarse a partir de 1983.

Hace 80 años, los argentinos también deberíamos haber votado para elegir presidente. Pero no pudo ser. El golpe de Estado del 4 de junio del ‘43, que muchos llamaron “revolución”, torció el rumbo de la historia.

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2023-06-04T07:00:00.0000000Z

2023-06-04T07:00:00.0000000Z

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